Inspección visual: Observación general de la postura, posibles deformidades óseas y presencia de heridas externas que puedan indicar traumatismos. 

Palpación: Evaluación mediante el tacto para detectar dolor localizado, rigidez en los tejidos, inflamaciones o sensibilidad excesiva en ciertas áreas.

Evaluación de las articulaciones: Análisis de la movilidad articular para detectar limitaciones, bloqueos o signos de inestabilidad que puedan afectar la funcionalidad del paciente.  

Evaluación de fracturas: Inspección detallada de los huesos para identificar fracturas, fisuras o irregularidades óseas que puedan requerir intervención médica.  

Pruebas de movilidad: Observación de la marcha y movimiento del paciente para detectar cojera, dificultad al caminar o cambios en su desplazamiento. 

Pruebas físicas de lesiones ligamentarias: Maniobras específicas para evaluar posibles lesiones en los ligamentos, analizando estabilidad y respuesta ante movimientos forzados.  

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